La sopa de piedra
Cierto día, llegó a un
pueblo un hombre y pidió por las casas para comer, pero la gente le decía que
no tenían nada para darle. Al ver que no conseguía su objetivo, cambió de
estrategia. Llamó a la casa de una mujer para que le diese algo de comer.
- Buenas Tardes, Señora. ¿Me da algo para comer, por favor?
- Lo siento pero en este momento no tengo nada en casa" dijo ella.
- No se preocupe - dijo amablemente el extraño - tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. si ustes me permitiera ponerla en una olla grandede agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.
- ¿Con una piedra va a hacer Ud.
una sopa? ¡Me está tomando el pelo!- Buenas Tardes, Señora. ¿Me da algo para comer, por favor?
- Lo siento pero en este momento no tengo nada en casa" dijo ella.
- No se preocupe - dijo amablemente el extraño - tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. si ustes me permitiera ponerla en una olla grandede agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.
- En absoluto, Señora, se lo prometo. Présteme una olla muy grande, por favor, y se lo demostraré.
La mujer buscó la olla
más grande y la colocó en mitad de la estufa. Mientras el extraño preparó el fuego y colocó la olla con
agua, la mujer llamó a sus vecinas y comadres para que presenciaran aquel
acontecimiento, pues nunca nadie había hecho una sopa de piedra. Cuando el agua
empezó a hervir ya estaba todo el vecindario en torno a aquel extraño que, tras
dejar caer la piedra en el agua, probó una cucharada exclamando:
- ¡Deliciosa! Lo único
que necesita son unas patatas".
Una mujer se ofreció de
inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya
sabía mucho mejor, pero echó en falta un poco de carne.
Otra mujer voluntaria
corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió
la escena al pedir unas verduras y sal. Por fin pidió: "¡Platos para todo
el mundo!".
La gente fue a sus casas
a buscarlos y hasta trajeron pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar
de la espléndida comida, sintiéndose extrañamente felices de compartir, por
primera vez, su comida.
Y aquel hombre extraño
desapareció después de comer, dejándoles la milagrosa piedra, que podrían usar
siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.
Moraleja: Con la cooperación se alcanzan
resultados notables, aun cuando se parta de contribuciones pequeñas, o incluso
insignificantes. Esta es la fuerza milagrosa que tiene el COMPARTIR. Cada uno
podemos poner alguna de nuestras virtudes al servicio de los demás y el
resultado puede ser espectacular.
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