El diezmo debe entenderse según el espíritu evangélico de
una entrega de corazón por amor para ayudar a la Iglesia en sus necesidades. En
su sentido literal, el diezmo es la décima parte de todos los frutos
adquiridos, que se debe entregar a Dios como reconocimiento de su dominio
supremo (Cf. Levítico 27,30-33). El diezmo se le ofrece a Dios pero se
transfiere a sus ministros. (Cf. Núm. 28,21).
El diezmo es una práctica de la
antigüedad (tanto entre los babilonios, persas,
griegos y romanos, como entre los hebreos). También es ley en la actualidad entre
los musulmanes, judíos y muchos grupos cristianos.
El diezmo en el Nuevo Testamento. Cristo no
rechaza el diezmo pero enseña una referencia nueva: Dar ya no el 10% sino
darse del todo por amor, sin contar el costo. La Nueva Alianza no se limita a
la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin
reservas. Jesús vive una entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo
mismo.
Él
nos da el siguiente modelo:
“Llegó
también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.
Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: "Os digo de verdad que esta
viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues
todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que
necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir". -Marcos
12,42-44
San Pablo enseña y vive la misma
entrega radical:
Pues
conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por
vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. -II
Corintios 8,9
Y
el deber de mantener a los ministros: "¿No sabéis que los ministros del
templo viven del templo? ¿Que los que sirven al altar, del altar
participan?" I Corintios 9,13.
La
enseñanza del Catecismo sobre la obligación de ayudar a la Iglesia está en el
2043: El
quinto mandamiento de la Santa Iglesia (ayudar a la Iglesia en sus necesidades)
señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las
necesidades materiales de la Iglesia (cf. CIC can. 222).
En la actualidad la Iglesia mantiene
la enseñanza Paulina
sobre la obligación de los fieles de contribuir generosamente con las
necesidades de la Iglesia según sus posibilidades, pero la manera en que lo
hacen no está definida por la ley. Algunos en la Iglesia recomiendan el diezmo,
como una forma de establecer una contribución proporcional a las ganancias.
Pero debe entenderse según el espíritu evangélico de una entrega de corazón por
amor. Personas con recursos podrían dar mucho más, mientras que para un pobre,
dar el 10% podría significar negarles a sus hijos el alimento.
Debe
entonces quedar claro que, al no precisar una cuota, la Iglesia no exime de la obligación de contribuir, al contrario,
nos enseña que el cristiano debe dar a la medida de Cristo y por amor a Él,
según las necesidades de la Iglesia y sus propias posibilidades. Dar es una
obligación y también un privilegio, un gozo, porque es parte integral de
nuestra vocación de hacer todo para propagar su Reino de Dios.
=====================================================================
Mons. Luis Martínez Flores
Párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario