LA AVARICIA
La avaricia es el afán excesivo de poseer y
de adquirir riquezas para atesorarlas o la Inclinación o deseo desordenado de
placeres o de posesiones.
La avaricia es uno de los pecados capitales,
está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534)
“La avaricia (del latín "avarus",
"codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y
excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en
conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de
vivir para eso”.
Dice Santo Tomás: Cuando el amor desordenado de sí mismo se convierte en deseo de los
ojos, la avaricia no puede ser retenida. El hombre quiere poseerlo todo
para tener la impresión de que se pertenece a sí mismo de una manera absoluta. La avaricia es un pecado contra la caridad
y la justicia. Es la raíz de muchas otras actitudes: perfidia, fraude,
perjurio, endurecimiento del corazón.
El Evangelio (Mt, 6,24) dice “Nadie puede
servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien
cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo
tiempo a Dios y al Dinero”
"Vive
contento con lo que tienes ahora". ¿Por qué "ahora"? Porque, si eres agradecido a Dios por lo
que tienes en este momento, te colocas en condiciones de recibir más, en el
futuro. Dios te da poco, para ver qué es lo que harás con lo poco que
recibiste. Si malgastas el tiempo lamentándote porque no posees lo que el otro
recibió, te incapacitas de recibir más.
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Mons.
Luis Martínez Flores
Párroco
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