De la Homilía del Papa
Francisco
Del 16 de noviembre de
2013
La oración del hombre
es la debilidad de Dios. Lo afirmó el Papa durante la Misa matutina presidida
en la capilla de la Casa de Santa Marta el sábado 16 de noviembre. En esta
ocasión, participaron los canónigos del Capítulo de la Basílica de San Pedro y
entre los concelebrantes se encontraba el Cardenal Arcipreste Angelo Comastri.
El Papa centró su
homilía en el Evangelio en el que Jesús invita a rezar sin cesar, relatando la
parábola de la viuda que pide con insistencia a un juez inicuo que se le haga
justicia. De este modo, dijo Francisco, “Dios hace y hará justicia a sus
elegidos, que gritan día y noche hacia Él”, como sucedió con Israel guiado por
Moisés fuera de Egipto:
“Cuando Moisés clama
le dice: ‘He sentido el llanto, el lamento de mi pueblo’. El Señor escucha. Y
en la primera Lectura hemos escuchado lo que hizo el Señor, esa Palabra
omnipotente: ‘Del Cielo viene como un guerrero implacable’. Cuando el Señor
toma la defensa de su pueblo es así: es un guerrero implacable y salva a su
pueblo. Salva, renueva todo: ‘Toda la creación fue modelada de nuevo en la
propia naturaleza como antes. ‘El Mar Rojo se convierte en un camino sin
obstáculos… y aquellos a los que tu mano protegía, pasaron con todo el
pueblo’”.
El Señor – prosiguió
diciendo el Papa – “ha escuchado la oración de su pueblo, porque ha sentido en
su corazón que sus elegidos sufrían” y los salva de modo poderoso:
“Esta es la fuerza de
Dios. ¿Y cuál es la fuerza de los hombres? ¿Cuál es la fuerza del hombre? Ésta
de la viuda: llamar al corazón de Dios, llamar, pedir, lamentarse de tantos
problemas, tantos dolores y pedir al Señor la liberación de estos dolores, de
estos pecados, de estos problemas. La fuerza del hombre es la oración y también
la oración del hombre humilde es la debilidad de Dios. El Señor es débil sólo
en esto: es débil con respecto a la oración de su pueblo”.
“El culmen de la fuerza de Dios, de la salvación de Dios – explicó el Papa – está “en la Encarnación del Verbo”. Y dirigiéndose a los canónigos de San Pedro les recordó que su “trabajo es precisamente llamar al corazón de Dios”, “rezar, rezar al Señor por el pueblo de Dios”. Y los canónigos de San Petro, “precisamente en la Basílica más cercana al Papa” a donde llegan todas las oraciones del mundo, recogen estas oraciones y las presentan al Señor: este “es un servicio universal, un servicio de la Iglesia”:
“El culmen de la fuerza de Dios, de la salvación de Dios – explicó el Papa – está “en la Encarnación del Verbo”. Y dirigiéndose a los canónigos de San Pedro les recordó que su “trabajo es precisamente llamar al corazón de Dios”, “rezar, rezar al Señor por el pueblo de Dios”. Y los canónigos de San Petro, “precisamente en la Basílica más cercana al Papa” a donde llegan todas las oraciones del mundo, recogen estas oraciones y las presentan al Señor: este “es un servicio universal, un servicio de la Iglesia”:
“Ustedes son como la
viuda: rezar, pedir, llamar al corazón de Dios, cada día. Y la viuda no se
adormecía jamás cuando hacía esto, era valerosa. Y el Señor escucha la oración
de su pueblo. Ustedes son representantes privilegiados del pueblo de Dios en
esta tarea de rezar al Señor, por tantas necesidades de las Iglesia, de la
humanidad, de todos. Les agradezco este trabajo. Recordemos siempre que Dios
tiene fuerza, cuando Él quiere que cambie todo. ‘Todo fue modelado de nuevo’,
dice. Él es capaz de modelar todo de nuevo, pero también tiene una debilidad:
nuestra oración; su oración universal cercana al Papa en San Pedro. Gracias por
este servicio y vayan adelante así por el bien de la Iglesia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario