miércoles, 1 de enero de 2020

HOMILÍA 31 12 19

HOMILÍA DE MONS. LUIS MARTÍNEZ FLORES
MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL AÑO QUE TERMINA 
Y POR EL NUEVO AÑO
EN LA PARROQUIA DE LOS DOCE APÓSTOLES


HOMILIA DE AÑO NUEVO 2020.
Padre Luis Martínez Flores
Parroquia Doce Apóstoles, Diócesis de Ecatepec.

“La acción de gracias debe tener una parte muy importante en nuestra oración, la palabra gracias debe estar al inicio de todas nuestras oraciones, porque la bondad de Dios precede todos nuestros actos, envuelve todos los instantes de nuestra vida”. (Beato  Carlos de Foucauld)
Queridos hermanos, estamos aquí por varios motivos importantes: dar Gracias a Dios por este año 2019, que vamos terminando junto con la segunda década del nuevo milenio. Estamos celebrando la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios y la 53 Jornada Mundial de oración por la paz.
Nuestra vida terrena es un camino que se realiza en el tiempo de Dios donde la meta es Dios mismo con la plenitud del tiempo en la eternidad. La "Historia de la Salvación" es la entrada de Dios en nuestra historia humana y en nuestra vida. Es Dios que viene para conducir a todo hombre a su fin último que es el Reino de Dios. Para nosotros, los cristianos, el sentido y el fin de la historia y de todos los sucesos humanos están en Cristo. En este 2019 hemos experimentado el paso de Dios en nuestra vida: en la Parroquia de los Doce Apóstoles podemos recordar, el encuentro de comunidades, los retiros de Moisés, Emaús, Nueva Vida, de Tito, la ordenación del Diácono Daniel el 22 de febrero de este año, la Participación de la Parroquia en la VI asamblea Diocesana de Pastoral, la Misión juvenil en julio y los retiros de adolescentes y jóvenes, la misión Parroquial intensiva, los retiros para matrimonios, el avance de la construcción del Templo Parroquial, y tantas cosas vividas en Semana Santa, Navidad y fiestas patronales. También hay momentos difíciles, como la partida a la Casa del Padre de varios familiares y amigos que hoy pedimos que ya estén gozando de la presencia de Dios. De manera personal y familiar cada uno puede hacer un recuento de las maravillas que ha hecho Dios en  nosotros: el nacimiento de un hijo, de un nieto, el haberse enamorado, el contraer matrimonio, la finalización de un ciclo escolar, de una graduación, el haber tenido un trabajo, el recuperar la salud, el haber estado con los familiares y amigos. El haber visto una gran película, una serie, asistir a un concierto, el haber visto ganar al equipo preferido de algún deporte. También los momentos tristes por alguna mala noticia, de la muerte de uno de los padres, de algún hijo o hermano, de alguna amistad. La noticia dolorosa de una enfermedad crónica degenerativa o terminal, algún problema con los hijos, la experiencia de la violencia, de un robo, de un secuestro, de una extorción. En todo ello debemos saber descubrir la presencia de Dios entre nosotros, ya lo dice en su Palabra en la Carta a los Romanos:  “todo sucede para bien de los que aman a Dios”.  (Cfr. Rm 8, 28)
Por otra parte, el término de un año es la oportunidad de hacer una revisión a la luz del Evangelio de los frutos que tenemos para presentar al Señor. No solo es agradecer, sino saber pedir perdón por los errores cometidos. Sabemos que todos cometemos errores, pero también sabemos que no todos los reconocen. Es particularmente necesario tomar conciencia también de nuestras debilidades y de los momentos en que no hemos sido plenamente fieles al amor de Dios y al prójimo, especialmente a los más cercanos a nosotros o lo que más nos necesitan. Pidamos perdón al Señor por nuestras faltas y omisiones.
Estamos iniciando un nuevo año 2020,  se comienza a escribir otra página de la historia. El 1 de enero, la Iglesia termina la octava de Navidad, venerando la Maternidad de la Virgen María. Las palabras del Evangelio de Lucas destacan particularmente la dimensión interior de esta maternidad. "María, por su parte, guardaba todas estas cosas  y las meditaba en su corazón" ( Lc 2, 19). Toda madre tiene la misma conciencia del comienzo de una nueva vida en ella. La historia de cada hombre está escrita, ante todo, en el corazón de la propia madre. La madre desde su vientre acompaña a su bebé, ya nacido le proporciona alimento y seguridad, la madre acompaña en los primeros pasos, en su proceso escolar desde preescolar hasta la universidad, acompaña en todas las etapas de la vida; de hecho se dice que una madre lleva por 9 meses a su hijo en el vientre, 3 años en los brazos y toda la vida en el corazón. En la Virgen María su Maternidad es un camino constante al lado de Jesús: es desde la anunciación en Galilea, pasando por su nacimiento en Belén, en su casa de Nazaret, en Caná donde Jesús realizó su primer milagro, hasta el Gólgota a los pies de la Cruz. Acompaña también a la Iglesia desde Pentecostés al lado de los apóstoles y hasta nuestros días. Con esa mirada de Madre pidamos que interceda por nosotros, “ahora y en la hora de nuestra muerte”, como decimos en el Ave María, sigamos el ejemplo de la gran Discípula Misionera por excelencia, como lo expresan los Obispos de América en Aparecida: “María, con su fe, llega a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo, y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos. Del Evangelio, emerge su figura de mujer libre y fuerte, conscientemente orientada al verdadero seguimiento de Cristo. Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como madre de Cristo y luego de los discípulos… María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo. (Cfr. D.A. 266-272).
Estamos por recibir el año 2020, es una nueva etapa, una nueva década, una nueva etapa de la historia de la humanidad; así es que ya “nos cayó el veinte”. ¿Han escuchado esta expresión alguna vez? En el siglo pasado, no existían los teléfonos celulares y en la década de los 70 y 80s, se utilizaban entonces los teléfonos públicos a los cuales se les metía una moneda de veinte  centavos en la ranura del aparato, después se marcaba el número  y cuando contestaban, el veinte caía al depósito de monedas y entonces ya nos comunicábamos. Por eso ahora decimos “ya me cayó el 20” cuando nos damos cuenta de hemos empezado a escuchar y empezamos a entender y a captar las ideas. Estamos iniciando un nuevo año 20-20, “ya nos cayó el veinte”. Pero no solo porque hemos podido llegar a este momento en el calendario, sino porque podamos descubrir los signos de los tiempos de este cambio de época, ¡abramos nuestro corazón para entender! Pidamos que nos “caiga el veinte” que como bautizados somos discípulos misioneros de Jesús, comprometidos con el Reino de Dios entre nosotros. Que nos “caiga el veinte” en nuestras familias, como nos afirma el Papa Francisco: “Hoy, la familia es despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad”. (Papa Francisco. Consistorio 20 de febrero de 2014). Que “nos caiga el veinte” a la Parroquia de los Doce Apóstoles que estamos llamados a “construir una pastoral juvenil capaz de crear espacios inclusivos, donde haya lugar para todo tipo de jóvenes y donde se manifieste realmente que somos una Iglesia de puertas abiertas. Ni siquiera hace falta que alguien asuma completamente todas las enseñanzas de la Iglesia para que pueda participar de algunos de nuestros espacios para jóvenes”.  (Christus Vivit 234). Que “nos caiga el veinte” que el 2020 es año de tareas exigentes, desafiantes y definitorias para el futuro. De nosotros dependerá que esto no sea año nuevo y una década perdidos. No sólo es el inicio de 365 días; se trata del fin de una década y el inicio de la tercera del siglo XXI y del tercer milenio de la era cristiana. No solo depende del gobierno o los actores políticos o de la vida económica de nuestro país, sino de cada uno de nosotros ciudadanos responsables.
Por último, pidamos por la Paz en el mundo, el Papa Francisco nos dice en su mensaje por la LIII Jornada Mundial de la Paz: “Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades”. (Papa Francisco, mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2020)  Nuestro Obispo de Ecatepec Mons. Roberto Domínguez nos convoca en este año 2020 a hacer un esfuerzo especial para que trabajemos por despertar y vivir el deseo de la paz… desde nuestro corazón, familia, trabajo, estudio, con vecinos y donde quiera que nos encontremos ( Comunicado 0088/2019).
Encomendemos nuestro año 2020 a la protección de la Virgen María: “Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

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