EVANGELIO
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS,
Mc 14, 1—15, 47; forma breve: 15, 1-39
Cuando la lectura se hace alternada:
C = Cronista; S = “Sinagoga”; y ╬ = Cristo
[Puede elegirse la lectura breve de la Pasión
por razones pastorales] *
C Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y
de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una
manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían:
S "No durante las fiestas, porque el
pueblo podría amotinarse".
C Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de
Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy
caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de
Jesús. Algunos comentaron indignados:
S "¿A qué viene este derroche de perfume?
Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres".
C Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó:
╬ "Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que
ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes
y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha
hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo
les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se
recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo".
C Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó
a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron
dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo… El primer día
de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le
preguntaron a Jesús sus discípulos:
S "¿Dónde
quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"
C Él les dijo a
dos de ellos:
╬ "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un
hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en
donde entre: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy
a comer la Pascua con mis discípulos?' Él les enseñará una sala en el segundo
piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena".
C Los discípulos se fueron, llegaron a la
ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de
Pascua… Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les
dijo:
╬ "Yo les aseguro que uno de ustedes, uno
que está comiendo conmigo, me va a entregar".
C Ellos, consternados, empezaron a preguntarle
uno tras otro:
S "¿Soy yo?"
C El respondió:
╬ "Uno de los Doce; alguien que moja su
pan en el mismo plato que yo… El Hijo del hombre va a morir, como está escrito:
pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber
nacido!"
C Mientras cenaban, Jesús tomó un pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:
╬ "Tomen: esto es mi cuerpo".
C Y tomando en sus manos una copa de vino,
pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo:
╬ "Esta es mi sangre, sangre de la
alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del
fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de
Dios".
C Después de cantar el himno, salieron hacia el
monte de los Olivos y Jesús les dijo:
╬ "Todos ustedes se van a escandalizar por
mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero
cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea".
C Pedro
replicó:
S "Aunque
todos se escandalicen, yo no".
C Jesús le
contestó:
╬ "Yo te aseguro que hoy, esta misma
noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres".
C Pero él insistía:
S "Aunque tenga que morir contigo, no te
negaré".
C Y los demás decían lo mismo… Fueron luego a
un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
╬ "Siéntense aquí mientras hago
oración".
C Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó
a sentir terror y angustia, y les dijo:
╬ "Tengo el alma llena de una tristeza
mortal. Quédense aquí, velando".
C Se adelantó un poco, se postró en tierra y
pedía que, si era posible, se alejara de él aquella hora… Decía:
╬ "Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí
este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C Volvió a donde estaban los discípulos, y al
encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
╬ "Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido
velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El
espíritu está pronto, pero la carne es débil".
C De nuevo se retiró y se puso a orar,
repitiendo las mismas palabras… Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque
tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les
dijo:
╬ "Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta!
Ha llegado la hora… Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de
los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".
C Todavía estaba hablando, cuando se presentó
Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes,
los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña,
diciéndoles:
S "Al que yo bese, ése es. Deténganlo y
llévenselo bien sujeto".
C Llegó, se acercó y le dijo:
S "Maestro".
C Y lo besó… Ellos le echaron mano y lo
apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le
cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les
dijo:
╬ "¿Salieron ustedes a apresarme con
espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre
ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser
para que se cumplieran las Escrituras".
C Todos lo abandonaron y huyeron... Lo iba
siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana, y lo detuvieron; pero
él soltó la sábana y se les escapó desnudo… Condujeron a Jesús a casa del sumo
sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos.
Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote
y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para alentarse… Los sumos sacerdotes
y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a
muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones
contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y
dijeron:
S "Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo
destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro,
no edificado por hombres' ".
C Pero ni aun en esto concordaba su testimonio.
Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús:
S "¿No tienes nada que responder a todas
esas acusaciones?"
C Pero él no le respondió nada… El sumo
sacerdote le volvió a preguntar:
S "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios
bendito?"
C Jesús contestó:
╬ "Sí lo soy… Y un día verán cómo el Hijo
del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las
nubes del cielo".
C El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras
exclamando:
S "¿Qué falta hacen ya más testigos?
Ustedes mismos han
oído la blasfemia. ¿Qué les parece?"
C Y todos lo declararon reo de muerte… Algunos
se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S "Adivina quién fue",
C Y los criados también le daban de bofetadas…
Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote,
y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo:
S "Tú también andabas con Jesús
Nazareno".
C Él lo negó, diciendo:
S "Ni sé ni entiendo lo que quieres
decir".
C Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo
cantó… La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes:
S "Ese es uno de ellos".
C Pero él lo volvió a negar… Al poco rato,
también los presentes dijeron a Pedro:
S "Claro que eres uno de ellos, pues eres
galileo".
C Pero él se puso a echar maldiciones y a
jurar:
S "No conozco a ese hombre del que
hablan".
C En seguida cantó el gallo por segunda vez…
Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: 'Antes de
que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres', y rompió a llorar.
* Comienza la lectura breve
C Luego que amaneció, se reunieron los sumos
sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar…
Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este le preguntó:
S "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C El respondió:
╬ "Sí lo soy".
C Los sumos
sacerdotes lo acusaban de muchas cosas…
Pilato le preguntó de nuevo:
S "¿No
contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan".
C Jesús ya no le contestó nada, de modo que
Pilato estaba muy extrañado… Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles
al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con
los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y
empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo:
S "¿Quieren
que les suelte al rey de los judíos?"
C Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo
habían entregado por envidia… Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente
para que pidieran la libertad de Barrabás… Pilato les volvió a preguntar:
S "¿Y qué
voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?"
C Ellos
gritaron:
S "¡Crucifícalo!"
C Pilato les
dijo:
S "Pues
¿qué mal ha hecho?"
C Ellos
gritaron más fuerte:
S "¡Crucifícalo!"
C Pilato, queriendo dar gusto a la multitud,
les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que
lo crucificaran… Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al
pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color
púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a
burlarse de él, dirigiéndole este saludo:
S "¡Viva el rey de los judíos!"
C Le golpeaban la cabeza con una caña, le
escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas,
le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para
crucificarlo… Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por
ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y
llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de la
Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo
crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba
a cada uno… Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la
acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él
a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la
Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores… Los que pasaban por ahí
lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole:
S "¡Anda! Tú que destruías el templo y lo
reconstruías en
tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz".
C Los sumos
sacerdotes se burlaban también de él y le decían:
S "Ha
salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar.
Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora
de la cruz, para que lo veamos y creamos".
C Hasta los que estaban crucificados con él
también lo insultaban… Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en
tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz
potente:
╬ "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?"
C (Que
significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) ... Algunos de los
presentes, al oírlo, decían:
S "Miren,
está llamando a Elías".
C Uno corrió a empapar una esponja en vinagre,
la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo:
S "Vamos a ver si viene Elías a
bajarlo".
C Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Aquí
todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.
C Entonces el velo del templo se rasgó en dos,
de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había
expirado, dijo:
S "De veras este hombre era Hijo de
Dios".
Fin de la lectura breve
C Había también ahí unas mujeres que estaban
mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de
Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo
seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con
él a Jerusalén… Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del
sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también
esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el
cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al
oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el
oficial, concedió el cadáver a José… Este compró una sábana, bajó el cadáver,
lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó
con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de
José, se fijaron en dónde lo ponían. Palabra del Señor.
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