+ Oscar Roberto Domínguez Couttolenc.
M.G.
Por la Gracia de Dios y de la Santa
Sede
Obispo de Ecatepec
Comunicado 021/2014
A
todos mis hermanos sacerdotes, diáconos, religiosas (os), fieles y personas de
buena voluntad que peregrinan en esta querida Diócesis de Ecatepec:
"Sabemos
que Cristo una vez resucitado de entre los muertos ya nunca morirá. La muerte
ya no tiene dominio sobre Él, porque al morir, murió al pecado de una vez para
siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios.” (Rm 6, 9-10)
Estas
son palabras que el apóstol San Pablo escribe a los Romanos y dan testimonio
(“sabemos que…”) de los acontecimientos
de la muerte y resurrección del Señor. San Pablo el apóstol que antes de su
conversión persiguió y quiso exterminar definitivamente a los cristianos, pero
que Dios en su infinita misericordia le concedió experimentar la fuerza de la
resurrección de su Hijo, para que fuera su gran testigo, discípulo misionero.
Hoy
toman fuerza este y otros testimonios, que durante la historia del cristianismo,
han conocido, recibido y vivido el mensaje pascual, proclamando con su vida a
Cristo muerto y resucitado.
Algunos
de estos testigos han llegado hasta derramar su sangre por dar este testimonio,
ejemplo lo tenemos en tantos hombres y mujeres de buena voluntad, entre ellos a
nuestros Santos Mártires Mexicanos, gracias a ellos la Iglesia ha seguido
caminando incluso entre duras persecuciones y rechazos, con estos grandes
testimonios ha crecido y se ha extendido por toda la tierra.
En
este año dentro del tiempo pascual, el Señor ha querido que la Iglesia proclame
como santos a dos grandes hombres que han cambiado el curso de la humanidad,
(el próximo domingo 27 de abril) uno de ellos el querido Beato Juan XXIII,
quien dirigió a la Iglesia entre los años 1958 y 1963, siendo llamado el Papa
de la Paz, y a él se le debe el haber iniciado el Concilio Vaticano II; y
nuestro querido Beato el Papa Juan Pablo II, quien tomó las riendas de la
Iglesia desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en el año 2005, él
ejerció un gran liderazgo no solamente dentro de la Iglesia, sino también hacia
fuera buscando que Jesús resucitado sea siempre el Señor de la historia.
Un
común denominador en la vida de estos dos grandes beatos y prontamente santos,
es el testimonio que siempre dieron durante su vida de fidelidad al Evangelio,
siendo hombres de fe, oración, sensibles a las necesidades de la humanidad a
pesar de los grandes y dolorosos problemas que tuvieron que enfrentar durante
su vida, ellos han sido testigos de Jesús resucitado.
Hoy
también estamos llamados a dar un testimonio vivo de Jesús resucitado, a
proclamar su Reino de reconciliación, paz y amor en nuestra sociedad,
especialmente entre aquellos implicados en tantos crímenes que se comenten, que
siembran la semilla de la destrucción, el odio y la muerte.
Este
anuncio de paz que todo discípulo misionero, esta llamado a proclamar con las
actitudes de su vida, es para todos los que recorren un calvario que parece
interminable, frustrados en sus aspiraciones al respeto de la dignidad humana y
de los derechos de la persona, a la justicia, al trabajo, para buscar construir
condiciones de vida más equitativas.
Digámosle
al Señor:
Jesús, muerto y resucitado por nosotros,
¡Tú eres el
fundamento de nuestra esperanza!
Queremos hacer nuestro el testimonio de San Pablo,
y el de tantos hermanos y hermanas,
que durante la historia del cristianismo han dado
testimonio de Ti.
Tú Jesús resucitado quieres encontrarte con nostros,
como has encontrado a estos hermanos y hermanas testigos
de Ti.
Ayúdanos a dar testimonio de Tu persona,
donde quiera que nos encontrenos,
construyendo tu Reino de justicia, amor y paz,
como tus discípulos misioneros. Amén.
Me despido deseándoles que Jesús
resucitado sea su fortaleza ante todas las adversidades de la vida, y en Él les
aseguro mi oración, amistad y bendición.
Ecatepec de Morelos, Estado de México, 20 de abril de
2014.
+ Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, M.G.
Obispo de Ecatepec
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